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Homenaje

La primera representación gráfica en la historia de la humanidad fue el punto. El punto es el concepto primario, pero a la vez el más fundamental de la geometría y, por ende, del arte y de cualquier otra manifestación artística.

Sólo describe una posición en el espacio, a partir de la cual se inicia y genera cualquier elemento de nuestro mundo. Sin la geometría, no existiría ningún cuerpo de la naturaleza misma, ni de nuestro entorno.

Desde siempre lo fue; ha sido el acercamiento inicial para expresarnos gráficamente. Lo primero que hacemos siendo niños, se produce a partir de un punto, que al desplazarlo, genera un trazo llamado línea: Bien puede ser curva o recta.

La maestra nos ubica una serie de puntos en una hoja (el espacio), que al ser unidos de forma casual u ordenados da origen a planos que producen diversos dibujos, reales o imaginarios, los cuales son bautizados según nuestro criterio o el conocimiento adquirido a partir de la observación de nuestro entorno -objetos, animales, plantas, personas, etc.

Incluso, los primeros habitantes del planeta miraban hacia el cielo (el espacio), donde encontraron aquellos puntos que, al ser unidos, hallaron similitud con animales y personajes mitológicos; fue así como nacieron las constelaciones que aún son conocidas y que han servido, a través de la historia, como guías de viaje y expedición.

Todo ello, como resultado mágico de la unión de puntos y líneas -que son un conjunto de puntos infinitos- o de la acumulación de ellos, que al ser puestos de forma ordenada, con base en el dominio de las tres dimensiones, con las que convivimos y en los movimientos básicos del ser humano -de izquierda a derecha, de adelante a atrás y de arriba a abajo-, se desplazan en líneas rectas y movimientos totalmente ortogonales, es decir, en ángulos rectos o escuadras.

Estos conceptos, sumados a otros ingredientes -el espacio, el movimiento, la dinámica, la dirección, los límites, las dimensiones, el diseño, la simetría y la asimetría, la repetición, la duplicación, la geometría fractal-, conducen a planteamientos relacionados con la realización de mi obra que, definitivamente, es un pequeño homenaje a la geometría, la cual considero como la ciencia y a la vez el arte más perfecto de la creación humana.

En el momento que se conectan unos puntos determinados en el espacio, se crea una cinta de sección cuadrada que se desplaza a través del infinito en los seis movimientos básicos, sin interrupción, ni obstáculo, sin que sus caras tengan contacto entre sí; sólo cambian de dirección ortogonalmente y generan planos y volúmenes que producen una estructura o un esqueleto, cuya piel puede ser dibujada por el espectador, quien tiene la potestad de imprimirle su propio recorrido visual.
Pero, habrá quienes se preguntan por qué siempre a 90 grados. La respuesta es elemental: Esotéricamente, el ángulo recto o las escuadras representan el recto sentir, el recto pensar y el recto obrar –las tres dimensiones-.

La obra puede ser visualmente iniciada, recorrida y finalizada en cualquier punto. Siempre, desde una vista opuesta, la percepción cambiará de forma única y diferente. La cinta es continua y, al no tener obstáculo, se torna en un recorrido infinito, sin principio ni fin. Un continuo cambio, como es la vida misma; un movimiento cíclico que le da dinamismo a la figura, cuya piel nace de la observación, los sentimientos y la apreciación del espectador.

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La sombra necesita de la luz para poder existir, es la huella digital y personal de un objeto y ese reflejo es el alma de la obra; es otro de los ingredientes que le dan vida a mi trabajo.
Por lo tanto, en la medida en que la luz cambie de posición, la figura tendrá nuevas perspectivas y otros movimientos que enriquecerán y madurarán esa piel imaginaria.

La idea de esta primera muestra es, precisamente, exponer maquetas en pequeña escala que, anhelo algún día, estén ubicadas en espacios abiertos, al aire libre, para que la luz del Sol les dé alma y vida como él lo hace con nosotros.
De la misma forma en que creemos que los ojos son el reflejo del alma, las sombras son el reflejo particular y único de mi obra; su huella dactilar.

Para nadie es un secreto que la geometría es la columna vertebral de la arquitectura y el arte:

Ella es la partitura, para un músico;

Ella es la prosa, para un escritor;

Ella es la voz, para un cantante;

Ella es el cuerpo, para un gimnasta;

Ella son los pies, para un bailarín.

Mi obra es el homenaje más sencillo para ella. Un homenaje con muy pocos elementos, con la técnica y la fabricación; un tributo a mi padre, quien fue la persona que me enseñó a amar y valorar estos materiales, y a entender que es con el trabajo honesto y persistente, como se cumplen y realizan las metas y los objetivos que nos trazamos.

Es, sin duda, una invitación a la reflexión. Un llamado para no olvidar que es en línea recta como debemos llevar siempre nuestra vida; es la recta conducta, la fórmula para construir un camino y llegar a la meta sin desvíos, ni atajos. Es la mejor forma de recorrer nuestro sendero y llegar con la frente en alto hasta el final.

Hernando Malagón Martínez